Fístula de líquido cefalorraquídeo

El cerebro está cubierto por una capa de tejido llamada meninges, que contiene un líquido transparente conocido como líquido cefalorraquídeo, en el que el cerebro está inmerso. Este líquido sirve para proteger al cerebro de golpes, así como para el transporte de sustancias dentro y fuera del mismo, y proporciona un ambiente estéril que no tiene comunicación directa con otras cavidades o con el exterior. El cráneo es una bóveda ósea que protege las meninges y el cerebro. En caso de fractura del cráneo, existe la posibilidad de que las meninges se desgasten y se produzca una fuga de líquido cefalorraquídeo. Esto puede generar una comunicación entre el cerebro y las meninges con cavidades no estériles, como los oídos o la nariz. Tal situación puede ocurrir de manera espontánea debido a un aumento de la presión intracraneal, por traumatismo o tras un procedimiento quirúrgico. En caso de fuga en la cavidad nasal o en el oído, es necesario realizar una exploración física y estudios de imagen para identificar el sitio de la fuga. La endoscopia nasal es una parte importante de esta exploración.

El tratamiento de las fístulas depende de la causa. En algunos casos, se puede optar por un tratamiento médico que incluya diuréticos, reposo absoluto o la colocación de un catéter subaracnoideo para disminuir la cantidad de líquido y bajar la presión, permitiendo así el cierre del sitio de fuga. Si el tratamiento médico no resulta efectivo, se puede recurrir a un procedimiento quirúrgico.

Para cerrar una fístula de líquido cefalorraquídeo en la cavidad nasal, independientemente de su origen, es crucial determinar el sitio exacto de la fuga y solicitar una resonancia magnética para evaluar si hay herniación de meninges o del cerebro debido al defecto, lo que facilita una correcta planificación del procedimiento. Este tipo de procedimientos se realiza en colaboración con el equipo de neurocirugía. Tras identificar el defecto, se lleva a cabo una reparación multicapa: se coloca un sustituto de la duramadre, seguido de tejido como grasa o fascia lata (injerto tomado de la pierna), dependiendo del tamaño del defecto. En caso de defectos óseos grandes, se coloca una lámina de hueso del tabique nasal para sostener las capas previas. La última capa generalmente consiste en un colgajo de mucosa nasal tomado de un área sana de la nariz, que cubre todas las capas previamente colocadas. Finalmente, se aplica un pegamento de fibrina para mantener todo en su lugar hasta la cicatrización e integración del tejido. En algunos casos, se coloca un globo inflado con agua para actuar como un andamio y evitar que la gravedad desplace las capas. Este globo permanece en su lugar durante 5 días antes de ser retirado.

Durante el seguimiento postoperatorio en consulta, se realizan endoscopias nasales para llevar a cabo curaciones y limpiezas delicadas de la cavidad nasal hasta que esté completamente limpia. Algunas restricciones necesarias durante el periodo postoperatorio incluyen: reposo relativo, evitar esfuerzos o pujar, no levantar objetos pesados, no sonarse la nariz y evitar la exposición al sol o a lugares calientes.

Para el cierre de las fístulas en el oído, también se solicitan una tomografía y una resonancia magnética. Una vez identificado el sitio de la fuga, se realiza un abordaje a través del cráneo con la ayuda del equipo de neurocirugía. Se desplaza cuidadosamente el lóbulo temporal del cerebro y se identifica el sitio de la lesión mediante microscopio. Se colocan varias capas, al igual que en la nariz: sustituto de duramadre, fascia lata, pegamento tisular y hueso, si es necesario, y se vuelve a colocar cuidadosamente el cerebro en su posición habitual. Luego se cierra el hueso y la piel.

Durante el seguimiento postoperatorio, se requiere reposo relativo, evitar esfuerzos, no cargar objetos pesados y no acostarse sobre el oído operado. Durante las consultas, se vigila la herida para asegurarse de que no haya fuga de líquido, signos de infección y que la cicatrización sea adecuada. El oído también se evalúa con endoscopia o microscopio para verificar que no haya líquido dentro. Un par de meses después, se solicita un estudio de imagen para confirmar el cierre de la fístula.

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